Cada vez oigo hablar más sobre los problemas que tiene la sociedad en cuanto a las llamadas nuevas tecnologías, que, ya no son tan nuevas.
Hablo de las Redes Sociales, de Instagram, de los servicios de mensajería instantánea como Watsapp, Telegram…me fascina ver cómo nos encandilan estas herramientas. Con el uso apropiado podemos beneficiarnos de sus ventajas; no obstante, no todo lo que reluce es oro.
Nos encontramos en una era donde la tecnología avanza a pasos agigantados. Los/as adultos/as empezamos a hacer uso de esas herramientas tecnológicas y se lo enseñamos a nuestros/as sucesores/as. Los/as jóvenes tienen la habilidad de aprender deprisa, y si se trata de estas tecnologías, más aún, diría yo. En cambio, me preocupa que parece que no existe nada más que la pantalla, y la imagen que detrás de ésta.
¿Han cambiado tanto las necesidades? Me asombra cuando veo a jóvenes adolescentes y no tan adolescentes publicar cualquier aspecto relacionado con sus vidas en Facebook; cuando un miembro de la pareja se enfada porque la otra ha leído el mensaje enviado por WhatsApp y no le ha contestado; cuando la motivación de una persona es contar los likes que tiene su nueva foto de Instagram para poder salir a la calle a sacarse más fotos con esa sonrisa propia de alguien satisfecho. Y al contrario, la persona que no obtiene los likes que le gustaría, y su mundo se reduce a que la próxima publicación sea mejor y obtener mayor aprobación; porque, si no es así, ¿qué pasa? Nos hundimos, nos ponemos tristes, creemos que nadie se interesa por nosotros/as…tener 460 amigos en Facebook ¿hace que esas personas sean tus amigas? ¿A cuántas conoces realmente? ¿Con cuántas hablas?
No se vosotros/as, pero a mí me resultan inquietantes estas y más cuestiones, así que me gustaría saber vuestras opiniones para poder entender mejor estos avances tan rápidos que hace la sociedad. Igual es que estoy demasiado chapada a la antigua.