¡Y llegó el temido día!

 

Recuerdo una llamada que nos entró hace ya algún tiempo al 116 111, donde  una menor de 11 años a la que vamos a llamar Eva, nos pedía ayuda . La consulta  de esta chica era a causa la menstruación por primera vez. Su primera vez.

Nos contaba que era la primera de su clase a la que le pasaba y que le daba vergüenza. Que cuando le ocurrió, se metió en la ducha porque se sentía mal, como sucia. Quería saber si era normal tener esa sensación ya que al contárselo a su madre, aquella había respondido eufórica que “mi hija ya es mujer”.

Es cierto que cada una reacciona de manera distinta y hay a quien le baja antes o después. Le expliqué que era normal, que no pasa nada por sentirse así, que no es malo y que la suya había sido una manera de responder ante una experiencia nueva para la que no había sido preparada. Un pequeño susto, nada más.

Resulta que de un día para otro, pasas de ser una niña a ser adolescente. Te adaptas a las nuevas rutinas;  más higiene, compresas, toallitas de uso diario y con ello comienza a aparecer esa idea de que hueles mal. La regla huele como huele, pero solo tú lo notas. En clase, aparecen nuevas inseguridades, ¿y si me mancho?, ¿y si los demás lo ven?, etc.

Tenemos que tener claro que es algo totalmente natural y realmente bonito, pues desde ese momento en que nos manchamos de sangre, empezamos a preparar nuestro cuerpo para que en un futuro podamos crear vida. ¿A qué visto así no suena tan mal?

Es una etapa clave en la vida de las adolescentes, Tampoco hay que olvidar que ellos también tienen sus dudas con la menstruación, con los mitos en torno a ésta y la inseguridad de no saber realmente qué es lo que les pasa a las chicas para que todos los meses sangren y a veces se quejen de tener dolores.

A partir de este punto intervenimos desde Zeuk Esan, ya que hablar de este tema les da apuro a las menores. Así, llamando al 116111, al ser anónimo y gratuito, podéis explayaros y preguntar todo lo que os pasa por la cabeza y que no os atrevéis a plantear en público.

Así que, para resumir y a modo de llamamiento, todos y todas las que tengáis cualquier pregunta o duda, podéis llamarnos al 116111 o escribirnos al buzón sin problema. Aquí estaremos a vuestra disposición.

*Imagen de Sangre Fucsia

 

“No has tenido infancia si no has llamado al “cuentapenas” a hacer una broma”

-Jajaja, quién no ha llamado al 116111 para tomar el pelo a los que están ahí una tarde aburrida???
– Nuestros amigos y amigas nos aburríamos de vez en cuando en la calle y aprovechamos que en la escuela nos habían presentado el servicio y les tomábamos el pelo!!!……
– Ahora tengo ganas de comentar con alguien lo que me pasa, y no sé con quién hablar, porque si llamo a  Zeuk Esan me reconocerán y no me harán caso? Me podrán ayudar??

Si, muchos menores de Euskadi han llamado alguna vez al servicio para hacernos bromas, pero muchos más lo hacen a diario para compartir algún problema, consultar alguna duda, saber qué hacer cuando sus relaciones en la calle o en el centro escolar les hacen sufrir, cuando no saben a dónde acudir ante un conflicto en la familia, cuando están preocupadas/os por alguna amiga o amigo, etc.

También un gran número de madres , padres y otros adultos preocupados o desorientados por algún problema relacionado con una o un menor. Continuar leyendo «“No has tenido infancia si no has llamado al “cuentapenas” a hacer una broma”»

La buena amiga

Hoy hemos recibido una de esas llamadas que nos reconcilia con vosotros y vosotras, chavales y chavalas que nos soléis machacar a bromas telefónicas, jejeje; una llamada en la que comprobamos que sois solidarios y solidarias y que os preocupáis por lo que le pasa al otro o la otra… Venga, os lo cuento.

Una chica, de unos 14 o 15 años, marca el 116.111 para decirnos que está preocupada por una amiga suya; al parecer, su amiga está muy delgada, pálida, no come nada y le dice que se ve gorda. Vamos, que esta chavala que llama, con razón, piensa que su amiga puede estar sufriendo una anorexia.

También nos cuenta que el profesorado del colegio al que acuden ambas, ya se han percatado de lo que le pasa a esta chica y, por ello, se han puesto en contacto con la madre y el padre de ésta y, por lo tanto, es de esperar que actúen acompañando a su hija al médico para tratar de ayudarla ante esta situación.

A pesar de ello, la chavala que nos llama, quiere hacer algo más y no sabe qué; nosotros le decimos que, dado que los padres de su amiga ya están sobreaviso, lo mejor que puede hacer ahora es estar al lado de su amiga, que la acompañe, la dé cariño, le exponga, si no aguanta más, su propia preocupación al verla así, etcétera… Es decir, que siga ejerciendo de amiga como siempre ha hecho.

Y, por supuesto, nosostros, desde Zeuk Esan, la felicitamos por llamar y por demostrar que es buena amiga; le decimos que su amiga tiene mucha suerte por tenerla a ella a su lado y que, seguro, con su compañía y apoyo, superará esta situación en poco tiempo.

Pues eso, que estamos muy contentos cuando nos encontramos con llamadas así… En todo caso, ¿qué otras cosas le diríais vosotras y vosotros a esta chica?

Imagen vía Flickr (CC)

Te escuchamos, chaval

«¡Hola! Estoy triste. Estoy mal. Hace un mes falleció mi ama y mi aita se encuentra ingresado y no puedo estar con él. Tengo dos hermanos mayores que tienen sus familias y que viven fuera de aquí, de mi pueblo, y me voy a tener que ir con ellos y, por lo tanto, voy a tener que dejar a mis amigos… Voy a estar solo… estoy triste… la vida es una mierda».

Hace unos meses nos entró una llamada al teléfono 116.111 – Zeuk Esan parecida. Un chaval triste, embajonado, preocupado, afectado, lógicamente, por unos cambios importantes, importantísimos en su vida, con sólo catorce años. Cosas que afectan a cualquiera y más en estas edades.

¿Qué podíamos hacer nosotras, nosotros al otro lado del teléfono? Te vamos a contar lo que hicimos: escuchar. Fundamentalmente escuchar. No caímos en el «venga, todo esto pasará»; o en el «venga, tienes que ser fuerte»; no, una situación así no pasa de un día para otro; no creemos que el chaval tenga que ser fuerte. De hecho, lo normal es que esté como está.

Escucharle, entenderle, sostenerle, permitir que se desahogase. Cuando iba pasando la congoja, hacerle ver que el hecho de ir a otras ciudades, con sus hermanos, no iba a ser fácil, por supuesto, pero también le daría la oportunidad de conocer sitios nuevos. Hablamos de sus amigos, de cómo podía despedirse de ellos diciendo «hasta luego» y haciéndole ver que, del mismo modo que había hecho amigos en su pueblo, podría hacerlo en otros lugares. Incluso hablamos de esos sobrinos de los que iba a poder disfrutar.

No fue fácil, claro que no, pero aún era más difícil para él. Creemos, al menos, que desahogarse, se desahogó. Casi 45 minutos de charla, de escucha, tres cuartos de hora llorando, sirvió para quedarse un poco a gusto. Como cuando vomitas tras tener un fuerte dolor de tripa. El dolor desaparece y estás un poco mejor cuando lo has echado todo.

Le invitamos a volver a llamar cuando lo necesitase y nos dijo que lo haría porque sabía que esa tristeza que sentía no se le iba a pasar tan rápido. Normal, chaval, normal. Volveremos a escucharte para que, aunque sea un rato, te sientas un poco mejor.

*IMAGEN VÍA FLICKR

La intranquilidad por la tranquilidad de una amiga

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La semana pasada atendimos, en el 116111, una consulta muy especial hecha por una adolescente, a la que llamaremos María.  Estaba muy nerviosa cuando nos llamó y  compartió con nosotros/as  la confesión que le hizo una amiga. Aquella le había contado  que un adulto de su círculo cercano le había intentado «tocar en sus partes íntimas», pero que se había zafado y no había pasado «nada más». Por lo que nos siguió diciendo, su amiga no le había dado mucha más importancia a lo ocurrido  y era María la que sí se estaba jamando el tarro y nos llamaba para ver qué podía hacer.

Esta llamada, es un ejemplo muy claro de la angustia ante este tipo de comportamientos que se contaba en el blog destinado a madres y padres de Zeuk Esan. Un tema feo e incómodo que  sin que la afectara directamente, le estaba generando mucho malestar y desconcierto.

En primer lugar, además de escucharla, la idea era calmarla. Por lo que nos decía, su propia amiga parecía estar un tanto tranquila ante lo vivido. Animamos  a María a que hablara con ella, para explicarle su preocupación y hacerle ver lo grave que le parecía lo ocurrido. También  para alertarla de que, a lo peor, podía volver a pasarle a ella o a otra menor de su entorno.

A partir de ahí, la orientación era clara: que nos llamasen, si querían, las dos o bien que le pasase a su amiga nuestro número de teléfono y que si tenía dudas al respecto, nos llamase y, con lo que nos contasen, veríamos qué se podía hacer.

Asimismo, también le dijimos a María que podían hablar con una persona adulta que fuese de su plena confianza  y que les pudiese ayudarles.

Afortunadamente, charlando un poquito y con ese ofrecimiento de volver a escucharle a ella o a su amiga, María se quedó un poco más tranquila y se fue convencida de hablar con su amiga.

De momento, no nos ha llamado ninguna de las dos,  pero sabemos  que este es un tema delicado e incluso para pedir ayuda, se va con mucho cuidado.

«Cuentapenas»

– ¡Hola! ¿Es el Cuentapenas?
– No, aquí no contamos ninguna pena, pero te escuchamos.

Hemos de reconocer quienes  atendemos el Teléfono 116.111, que no sabemos muy bien cómo ha surgido eso de que nos llamen «Cuentapenas«. Tampoco sabemos si son algunas cuadrillas concretas las que nos llaman así o es algo bastante extendido entre muchas de las chavalas y chavales que se ponen en contacto con nosotros/as. El caso es que se nos conoce así y, en cierta forma, nos hace gracia.

Entendemos que, al final, es una forma en la que las chicas/os identifiquen una de las características de Zeuk Esan, es decir, el relativo al ser un espacio en el que la gente llame para contar sus penas. Y, efectivamente, entre otras funciones, el número 116.111 sirve para que la gente pueda desahogarse.

Curiosamente, existe una historia Maya que habla de unas pequeñas muñecas mágicas, hechas de madera con ropa de algodón y cara de cartón (en la foto), las cuales suelen guardarse en una cajita de madera o un saco pequeño. Esta leyenda dice que, cuando estamos afligidos o apenadas, cogemos una muñeca a solas y les contamos las penas o preocupaciones que nos inquietan. Una vez haber hecho ésto, la colocamos debajo de nuestra almohada y, a la mañana siguiente, las penas que nos afectaban habrán desaparecido, gracias a su magia. Como ya habréis adivinado, a estas muñecas se las conoce como «Cuentapenas«.

Después de descubrir esta historia maya, no sabemos si el mote de «Cuentapenas» nos lo habrá puesto algún chico o chica de México, pero el caso es que, al fin y al cabo, parte de lo que las/os profesionales de Zeuk Esan hacemos se parece a lo que hacen estas muñecas, es decir, escuchar y, si se puede, conseguir que la persona que se encuentra al otro lado del teléfono se quede un poco más tranquila después de compartir sus preocupaciones.

Con todo, sirva este post para hacer un guiño a todas/os los que nos llaman «Cuentapenas». Que sepan que nos parece bien que nos conozcan de este modo y que «El Cuentapenas», está al otro lado del 116.111 siempre que lo necesiten

Motivada a Aprobar por Amor

Después del verano y las fiestas llega el momento de volver a clase. De hecho, suponemos que ya casi toda la chavalería de Euskadi estará dándole duro en las aulas. Bueno, unos o unas le darán más duro que otras u otros. Esto es así. Hay gente a la que le gusta estudiar, otra a la que no, chicas y chicos muy motivadas y motivados y otros menos.

En relación a la motivación y la vuelta al cole, hace poco recibimos una llamada curiosa al 116.111. Se trataba de una chica que se mostraba muy contenta y con muchas ganas de empezar su nuevo curso a pesar de que, nos decía, los años anteriores había suspendido un buen carro de ellas. Claro, ante este hecho pensamos mal y le dijimos si la razón por la que tenía tantas ganas de iniciar el nuevo curso escolar era porque ahí tenía a su cuadrilla y se lo pasaba bien o así. Pero no. Quería empollar a saco y aprobar todo. ¿Su motivación? El amor.

Resulta que la chica en cuestión había conocido este verano a un chico de Sevilla. Lo hizo en un campamento estival y, tras una intensa convivencia de 15 días, nuestra interlocutora quedó totalmente enamorada. Ahora chatean por el Tuenti, wathsappean a través de sus móviles y se siguen haciendo arrumacos virtuales dada la distancia geográfica que les separa. Ambos tienen 15 años y, dado que no disponen de dinero suficiente como para andar viajando cada dos por tres, no les queda otra.

Los padres de la chica, viendo el estado en el que se encuentra su hija, se han comprometido con ella a que, si aprueba todo este curso, la llevarán a Sevilla para que nuestra protagonista vea a su amado. Y he aquí la razón por la que la chica se ha propuesto concienzudamente sacar buenas notas.

Bueno, no está mal, le decimos. Como escribíamos al principio, cada uno y cada una tiene sus motivaciones y, sean del tipo que sean, bienvenidas siempre y cuando empujen hacia resultados positivos. Sin embargo, no podemos ocultar nuestras dudas al respecto. ¿Podrá esta chavala mantener su compromiso a lo largo de los meses? Y si, desgraciadamente, la relación con el chico sevillano se enfría, ¿ésto implicará que nuestra joven interlocutora vuelva a la senda de los malos resultados académicos?, ¿no sería mejor que la motivación de la chica fuera más de carácter interno?, ¿se han excedido sus padres al hacerle la mencionada promesa?, ¿de esta manera están fomentando que la chavala sólo se ponga las pilas a partir de motivaciones externas?, ¿no debería enseñársele a que, a veces, las cosas hay que hacerlas por una misma, no esperando nada a cambio porque no siempre va a haber premio a nuestras acciones?, ¿quizá debiera aprender nuestra chica que el premio radica, precisamente, en cumplir con nuestras obligaciones por nosotras/os mismos?

En fin, que a grosso modo, le devolvimos estas dudas a la chavala pero claro, ella, tan enamorada, no atendía a estos matices y simplemente pensaba en que empezaran cuanto antes las clases para darlo todo durante el curso. Bueno, esperamos volver a hablar con ella a lo largo de este año para ver qué tal le va…

A vosotras y vosotros, ¿qué os parece?, ¿creéis que es bueno valerse de cualquier motivación para avanzar?, ¿son lógicas nuestras dudas? Echadnos un cable, por favor…

¿Lo Digo o No lo Digo?

InterroganteHace ya unos meses, escribíamos una entrada en este mismo blog titulada «¿Lo Hago o no lo Hago?» en la cual presentábamos la disyuntiva que muchas chicas y chicos nos suelen plantear en el 116.111 respecto a la primera vez o las dudas que les surgen sobre la pérdida de la virginidad.

Hoy volvemos con otra pregunta que nos solemos encontrar en Zeuk Esan: ¿Lo digo o no lo digo? La diferencia es que, en este caso, la pregunta sirve para distintas situaciones, a saber:

¿Le digo o no le digo a mis padres que me estoy embarazada? Sí, son muchas las llamadas de chicas que dicen haber quedado en estado y que, amén de la preocupación por este hecho, les agobia la idea de tener que contárselo a sus progenitores. En estos casos, aún entendiendo que es difícil, solemos aconsejar que lo hagan: van a necesitar todo el apoyo de la familia para pasar este proceso, además de que, físicamente, tarde o temprano (si es que deciden seguir adelante con el embarazo) se les va a acabar notando.

¿Le digo o no le digo a mis padres que he suspendido seis? Otro clásico: un chaval o una chavala que, ante los malos resultados académicos, tiene el temor de la reacción de su ama o su aita en casa; aún dejándoles a ellas o a ellos la responsabilidad de decidir qué hacer, les planteamos las consecuencias que puede acarrear si se toma un camino u otro y les hacemos ver que es muy posible que sus padres se acaben enterando desde el instituto de estos resultados y, por tanto, el enfado puede ser mayor si ellas y ellos lo ocultan desde el principio. Además, les hacemos ver que dicho ejercicio conlleva asumir responsabilidades.

¿Le digo o no le digo a mi chico o a mi chica que creo que me gusta otro u otra? Ay, las dudas amorosas… Sea en la adolescencia o en la adultez, estas dudas emocionales son muy habituales. Nuevamente, la decisión le corresponde al chaval o la chavala que está al otro lado del teléfono… Sí les pedimos que consideren si se engañan a sí mismos, si engañan a su pareja, que evalúen cuánto daño se pueden hacer si no lo dicen, etc…

En todos los casos, reconocemos que no hay respuestas fijas, que puede haber un montón de condicionantes que lleven a tomar una decisión u otra y es por ello que lo que hay que hacer es pensárselo bien antes de decir una cosa u otra. Por ello, también les felicitamos por el hecho de acudir a nuestro servicio en busca de ayuda. De esta forma, demuestran que se lo toman en serio y que lo están reflexionando.

¿Y vosotras y vosotros?, ¿qué les diriáis en las situaciones anteriormente descritas?

El Cuento del Pastor y el Lobo, versión Adolescente

A estas alturas, casi todos y todas conoceréis el cuento del pastor y el lobo, ¿no? Sí, ese pastor que siempre mentía diciendo que venía el lobo a comerse su rebaño de ovejas pidiendo ayuda y, finalmente, cuando el lobo apareció de verdad, la gente, harta de ser engañada, no acudió a ayudarle y el pastor se quedó sin ovejas. Más o menos así es, ¿no?

El otro día entró una llamada al 116.111 de unas chavalas que venían a exponer este cuento pero en versión adolescente; resulta que contaban que tienen una amiga que siempre se estaba tirando el moco delante de la cuadrilla de que se liaba con Menganito o de que se acostaba con Fulanito. Sus amigas la escuchaban y, al principio, la creían, hasta que, en cierta ocasión, llegaron a hablar con uno de los supuestos ligues de la pastorcilla y éste les negó que nunca se hubiese enrollado con la susodicha. Ante tal manifestación, estas chavalas acudieron a donde su amiga y le pidieron explicaciones por su comportamiento, situación ante la cual la chavala rompió a llorar y a confesar que, efectivamente, no era verdad.

Con todo, lo que estas chicas que llamaron querían saber era qué le había llevado a su amiga a mentirles durante tanto tiempo… Uf, ¡menuda pregunta! Y es que las causas pueden ser muchas; a bote pronto, hablamos de un problema de autoestima. Puede que esta chavala nunca se haya sentido a gusto consigo misma y haya querido intentar destacar en el grupo a través de historias inventadas sobre aventuras amorosas. Puede, en definitiva, que estos cuentos no sean más que la puesta en escena de sus deseos más profundos; puede que haya podido sentir cierta envidia al ver como algunas de sus amigas tenían éxito con los chicos y ella, por lo que sea, no y, por lo tanto, sea más fácil inventarse historias así. Puede que éstas sean alguna de sus razones o puede que ninguna de ellas…

Éso sólo lo puede saber la propia pastorcilla e incluso puede que no lo hiciera de forma consciente. En todo caso, lo que le devolvimos a estas chicas que llamaban es que lo mejor que podían hacer era hablar con su amiga y dejarle claro que no necesitaba mentir para quedar bien con ellas y que ellas van a estar siempre ahí, a su lado, para cuando lo necesite…

Las llamantes se comprometieron a hacerlo. Ahora veremos si les sirve a ellas y a la chica protagonista de este cuento. También les dijimos que le dieran nuestro número, el 116.111, a su amiga por si ella quería tratar todo ésto con nosotros y nosotras. Esperemos, en definitiva, que, de una forma u otra, este cuento tenga final feliz.

La Buena Amiga

La Buena AmigaHoy hemos recibido una de esas llamadas que nos reconcilia con vosotros y vosotras, chavales y chavalas que nos soléis machacar a bromas telefónicas, jejeje; una llamada en la que comprobamos que sois solidarios y solidarias y que os preocupáis por lo que le pasa al otro o la otra… Venga, os lo cuento.

Una chica, de unos 14 o 15 años, marca el 116.111 para decirnos que está preocupada por una amiga suya; al parecer, su amiga está muy delgada, pálida, no come nada y le dice que se ve gorda. Vamos, que esta chavala que llama, con razón, piensa que su amiga puede estar sufriendo una anorexia.

También nos cuenta que el profesorado del colegio al que acuden ambas, ya se han percatado de lo que le pasa a esta chica y, por ello, se han puesto en contacto con la madre y el padre de ésta y, por lo tanto, es de esperar que actúen acompañando a su hija al médico para tratar de ayudarla ante esta situación.

A pesar de ello, la chavala que nos llama, quiere hacer algo más y no sabe qué; nosotros le decimos que, dado que los padres de su amiga ya están sobreaviso, lo mejor que puede hacer ahora es estar al lado de su amiga, que la acompañe, la dé cariño, le exponga, si no aguanta más, su propia preocupación al verla así, etcétera… Es decir, que siga ejerciendo de amiga como siempre ha hecho.

Y, por supuesto, nosostros, desde Zeuk Esan, la felicitamos por llamar y por demostrar que es buena amiga; le decimos que su amiga tiene mucha suerte por tenerla a ella a su lado y que, seguro, con su compañía y apoyo, superará esta situación en poco tiempo.

Pues eso, que estamos muy contentos cuando nos encontramos con llamadas así… En todo caso, ¿qué otras cosas le diriáis vosotras y vosotros a esta chica?