La intranquilidad por la tranquilidad de una amiga

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La semana pasada atendimos, en el 116111, una consulta muy especial hecha por una adolescente, a la que llamaremos María.  Estaba muy nerviosa cuando nos llamó y  compartió con nosotros/as  la confesión que le hizo una amiga. Aquella le había contado  que un adulto de su círculo cercano le había intentado «tocar en sus partes íntimas», pero que se había zafado y no había pasado «nada más». Por lo que nos siguió diciendo, su amiga no le había dado mucha más importancia a lo ocurrido  y era María la que sí se estaba jamando el tarro y nos llamaba para ver qué podía hacer.

Esta llamada, es un ejemplo muy claro de la angustia ante este tipo de comportamientos que se contaba en el blog destinado a madres y padres de Zeuk Esan. Un tema feo e incómodo que  sin que la afectara directamente, le estaba generando mucho malestar y desconcierto.

En primer lugar, además de escucharla, la idea era calmarla. Por lo que nos decía, su propia amiga parecía estar un tanto tranquila ante lo vivido. Animamos  a María a que hablara con ella, para explicarle su preocupación y hacerle ver lo grave que le parecía lo ocurrido. También  para alertarla de que, a lo peor, podía volver a pasarle a ella o a otra menor de su entorno.

A partir de ahí, la orientación era clara: que nos llamasen, si querían, las dos o bien que le pasase a su amiga nuestro número de teléfono y que si tenía dudas al respecto, nos llamase y, con lo que nos contasen, veríamos qué se podía hacer.

Asimismo, también le dijimos a María que podían hablar con una persona adulta que fuese de su plena confianza  y que les pudiese ayudarles.

Afortunadamente, charlando un poquito y con ese ofrecimiento de volver a escucharle a ella o a su amiga, María se quedó un poco más tranquila y se fue convencida de hablar con su amiga.

De momento, no nos ha llamado ninguna de las dos,  pero sabemos  que este es un tema delicado e incluso para pedir ayuda, se va con mucho cuidado.

Cuando necesites desahogarte, contar algo…

Esta semana han entrado varias llamadas que nos han llamado la atención. Personas que llaman preocupadas por algún/a colega de esos que hay en todas las cuadrillas, que se les ve tristes y con pinta de estar pasándolo mal, pero que dicen que están bien…

Una llamada en concreto, nos explicaba el caso de una chica a la que veían lo pasaba mal, pero ella no contaba nada y sus amigas no sabían cómo ayudarla, si es que se podía….

Es una situación que preocupa, pero hay veces que cuando alguien está mal y nos dice que no quiere contarlo, lo máximo que podemos hacer es ofrecernos a escucharla cuando esa persona esté lista, cuando reúna fuerzas y sea el momento de abrirse y contarlo., estar cerca y dejarla que tome la decisión.

Pues bien, parece que algunas personas en estas vacaciones, han roto la coraza y lo han dicho, que necesitaban desahogarse, que lo estaban pasando muy mal y que gracias por darles tiempo para reflexionar y armarse de valor para sacar eso que tenían dentro atascado.

Lo que suele preocupar en esos momentos es:

¿Qué haces? ¿Qué dices en una situación así? ¿Cómo sé si lo que hago o digo está bien?.

Muchas veces recomiendo dejarse guiar por el corazón.

La amistad y la sinceridad con la que le dices “Cuenta conmigo”. “Si puedo ayudarte dímelo”. “Hablar, escucharte, acompañarte, lo que quieras, esperaré a que sea tu momento…” cuando es de verdad y sale de dentro es el mejor bálsamo para un alma que sufre. Un abrazo (calor) y un deseo sincero de acompañar en lo que necesite la otra persona, muchas veces es lo único que se necesita.

¿Os habéis visto alguna vez en una situación similar?