La crisis. No paramos de oír hablar de ella, aunque, muchas veces, a través de conceptos que cuesta entender: prima de riesgo, recapitalización, rescate, deuda pública, etcétera. Algo que a muchas de las niñas y niños, a muchos de los adolescentes con los que hablamos en Zeuk Esan les suena a chino. Y reconozcamos que a muchos de los adultos también.
El caso es que, la entendamos mejor o peor, lo que está claro es que la situación que nos toca vivir se deja notar. Gente en paro, preocupaciones por las apreturas económicas y demás. Y claro, esto también afecta a muchos chicos y chicas, de muy diversas maneras. Así, por ejemplo, según Unicef, son 2,2 millones los menores que viven en una situación de pobreza en España a consecuencia del contexto económico. Dramático.
Además de datos de ese tipo, existen, evidentemente, historias personales y particulares derivadas de la crisis entre los más jóvenes. Hace poco nos llamó un chico de 16 años. Vivían en casa él, su hermano de 7 años y su padre, quien llevaba ya en paro una larga temporada. Este hecho originaba, tal y como nos relataba, que su aita tuviese que pasarse mucho tiempo en la calle «buscándose la vida» y, ante dicha situación, a él le tocaba responsabilizarse del cuidado de su hermano pequeño, lo cual provocaba que pasase la mayor parte de su tiempo con él.
Comentó que no tenían a nadie más que pudiese hacerse cargo del niño y tampoco tenían posibilidades para poder pagar a alguien que se encargase de tal función… Y el chaval, en definitiva, llamaba agobiado porque necesitaba su espacio, necesitaba poder estar a solas con sus amigos y amigas, necesitaba poder comportarse, aunque fuese en algún momento del día, como lo que era: como un chico de 16 años, con sus inquietudes e intereses.
Además de escucharle, desde Zeuk Esan le valoramos mucho lo que estaba haciendo y, obviamente, reconocíamos sus deseos. Le apoyamos y le dimos algunas pautas para poder buscar algún apoyo externo, junto a su padre, para que se les echase un cable y así él, dentro de lo que cabe, pudiese tener un espacio propio.
Con esta historia, queremos tratar de concienciar sobre cómo la crisis afecta a un montón de chavales y chavalas en situaciones de este tipo. Lógicamente, cuando las cosas vienen así dadas, toda la familia tiene que arrimar el hombro, pero las quejas y el agobio de este adolescente eran absoultamente comprensibles. Sea como fuere, por este ejemplo y por otros muchos que seguro conocéis, no nos olvidemos de los menores de edad, paganos y paganas de una situación en la que ellos y ellas no han tenido nada que ver y que, sin embargo, están sufriendo como muchísima otra gente inocente.