Esta semana han entrado varias llamadas que nos han llamado la atención. Personas que llaman preocupadas por algún/a colega de esos que hay en todas las cuadrillas, que se les ve tristes y con pinta de estar pasándolo mal, pero que dicen que están bien…
Una llamada en concreto, nos explicaba el caso de una chica a la que veían lo pasaba mal, pero ella no contaba nada y sus amigas no sabían cómo ayudarla, si es que se podía….
Es una situación que preocupa, pero hay veces que cuando alguien está mal y nos dice que no quiere contarlo, lo máximo que podemos hacer es ofrecernos a escucharla cuando esa persona esté lista, cuando reúna fuerzas y sea el momento de abrirse y contarlo., estar cerca y dejarla que tome la decisión.
Pues bien, parece que algunas personas en estas vacaciones, han roto la coraza y lo han dicho, que necesitaban desahogarse, que lo estaban pasando muy mal y que gracias por darles tiempo para reflexionar y armarse de valor para sacar eso que tenían dentro atascado.
Lo que suele preocupar en esos momentos es:
¿Qué haces? ¿Qué dices en una situación así? ¿Cómo sé si lo que hago o digo está bien?.
Muchas veces recomiendo dejarse guiar por el corazón.
La amistad y la sinceridad con la que le dices “Cuenta conmigo”. “Si puedo ayudarte dímelo”. “Hablar, escucharte, acompañarte, lo que quieras, esperaré a que sea tu momento…” cuando es de verdad y sale de dentro es el mejor bálsamo para un alma que sufre. Un abrazo (calor) y un deseo sincero de acompañar en lo que necesite la otra persona, muchas veces es lo único que se necesita.
¿Os habéis visto alguna vez en una situación similar?