Aquí la reflexión que nos ha enviado una amiga. No sé qué os parecerá, porque lo que plantea, puede pasarle a cualquiera. ¿O no?
«Tengo a la familia revuelta. A veces me gustaría que mis padres no vieran tele, ni oyeran radio, ni leyeran periódicos, ni nada de nada. Que se desinformaran del todo cuando estemos en plenas vacaciones, luchando para salir de marcha y volver tarde a casa, o por lo menos a la hora que nos de la gana, que suele pareceros «demasiado tarde».
La verdad es que tienen miedo, que si ha pasado ésto, que si te puede pasar, que si pasó, que si es por tu bien. Es un rollo escucharles y ver cómo buscan excusas para cortarte las alas. ¡¡¡Que nadie les manda sufrir de nuestra parte!!!.
Pero claro, hay cosas que ocurren y que son muy duras. Y cuando ves esas noticias de jóvenes que volviendo a casa han sufrido agresión, violencia sexual, te da un vuelco el corazón y piensas que a cualquiera nos podría ocurrir. Te da rabia, mucha rabia que en este mundo andemos aún así, que no se respeten los más básicos derechos, que tengamos que ir en grupo y controlando.
Ya sé que en el mundo hay mucha injusticia y gente que lo pasa fatal y muere, mientras que en este nuestro “primer mundo” tenemos de todo y nos quejamos cuando se nos rompe una uña, pero me revelo ante esa violencia que no entiendo. No entiendo por qué y encima, esos hechos, acaban dando la razón al temor de nuestras madres y padres.»