EL PADRE QUE APENAS TUVE

abandono

Tenía 6 años cuando iba con mi padre a jugar a fútbol por las mañanas, a andar en bicicleta por el parque, íbamos de compras… Éstos y algunos más son los pocos recuerdos que tengo de él. Y es que cuando cumplí 8 años mis padres se separaron y me quedé viviendo con mi madre y mi hermana Sonia.

Fue a partir de este momento cuando mi padre se fue a vivir a casa de su madre y empezó a comportarse de forma extraña y, sobre todo, violenta. Al de pocos días de la separación, y tras no conseguir asimilar esta nueva situación, se presentó en casa y decidió cogerle a mi madre la cartera. Al ver que tenía algo de dinero, empezó a insultarle preguntándole de dónde había sacado ese dinero y acabó pegándole una torta que, incluso, le hizo caerse al suelo. Tras este episodio, al llegar a casa otro día, nos lo encontramos sentado en mi cama fumando. ¡Todavía me acuerdo del susto que nos pegamos! Mi madre se puso a chillar hasta que consiguió echarle de casa. Teníamos miedo…Por lo que al final, decidimos cambiar la cerradura y ya nunca más volvió a entrar sin permiso.

Tengo que decir que mi madre, a pesar de todo, nunca se opuso a que mantuviéramos una relación con mi padre. En un principio, sí que compartimos algunos momentos con él, incluso con su nueva pareja y, posteriormente, con el hijo de ambos, mi hermano Aitor. No sé si porque él rehízo su vida o porqué motivo, pero cada vez eran menos los momentos compartidos.
Llegó un momento en el que solamente nos llamaba para pedirnos papeles por temas de declaraciones de hacienda…temas de su interés. Incluso llegó a dejar de pasarnos la pensión. En definitiva, se desentendió de nosotros completamente.

Hoy es el día en el que todavía me pregunto qué hicimos mal mi hermana Sonia y yo para que ese padre con el que jugábamos y andábamos en bicicleta decidiera darnos de lado y rehacer su vida con una nueva familia, como si nosotros apenas existiéramos. He tenido suerte ya que tengo una madre y abuelos estupendos que siempre me han cuidado y se han ocupado de mí, por lo que nunca me ha faltado de nada, aunque esos sentimientos de culpabilidad e impotencia no desaparecían hasta que empecé a ver las cosas desde otro punto de vista, a veces, con ayuda de profesionales y a veces, simplemente, conmigo mismo.

Es por esto por lo que me he decidido a escribiros. Si os sentís identificados con esta historia quiero deciros que no os debéis sentir culpables y que a mí personalmente me ha ayudado mucho compartir mis sentimientos respecto a mi padre para llegar a comprender que yo, simplemente, era un niño y que las circunstancias y el entorno hicieron que todo se complicara. No sirve de nada culpar a nadie y mucho menos a ti mismo.

Esta es la historia, con nombres ficticios, de un menor que atendimos en el servicio. Por lo que desde ZEUK ESAN queremos animaros a que compartáis con nosotros vuestras preocupaciones, sentimientos, historias que no dejan de rondar por vuestra cabeza… porque, en definitiva, todo ello es un peso del cual puedes liberarte si lo compartes.