¿Vacaciones en un Campo de Trabajo?

¡¡Hola!! Imagino que estaréis a punto de comenzar las vacaciones, ¿no? ¡Y con muchísimas ganas, imagino!

Una seguidora de nuestro blog, amablemente vía e-mail, ha querido compartir con nosotros sus pensamientos. Además, ya sabéis que podéis tomar parte en este blog cuando queráis, enviando vuestros escritos. Si no lo recordáis, lo repito: ¡¡¡enviad vuestros escritos!!! porque los publicaremos en el blog.

Y aquí la opinión que nos comparte nuestra seguidora, espero os guste.

 

«Vacaciones. Lo más. Playa, fiestas, juerga, solecito, chicos guapos… Y este año además no me voy de vacaciones con mis padres. Eso sí, la semana que ellos estén en el pueblo yo me voy a un campo de trabajo. Sólo con esa condición he conseguido librarme de ir al pueblo con ellos como siempre.

Mis amigas se han quedado flipadas al decirles que me voy a un campo de trabajo. Flipadas, porque sí que es verdad que el nombre no tiene muy buena pinta: ¿Vacaciones y trabajo en la misma frase? Aún así, yo tengo mogollón de ganas de ir. Creo que puede estar muy bien.

Me voy a rehabilitar una antigua casona a un pueblo costero de Asturias con chicos y chicas de diferentes lugares. O sea, que además de mantener lo del sol, la fiesta y algún posible amor (espero), voy a tener la oportunidad de conocer gente de fuera de mi entorno, lo cual es una oportunidad a propósito para tener un montón de  experiencias de vida.

Además, el curro que vamos a hacer servirá para alojar a chavales y chavalas más jovencitos a partir del curso que viene, con lo cual una se siente hasta mejor. Y qué queréis que os diga pero a mí tanto tiempo libre me agobia. Creo que puede estar guay. Ya os contaré.

A vosotras y vosotros, ¿qué os parece?, ¿os apuntaríais a un campo de trabajo?»

Amigos de verano, amigos de verdad

Aquí os compartimos  las palabras de un chico que nos llamó la semana pasada al 116111.  Me gustó la historia y los valores de amistad de las que nos habló. Más o menos fue así:

«¡¡¡Por fin me voy al pueblo!!! Aunque este año al principio no me hacía mucha ilusión, ahora estoy encantado, porque esta vez va a ser diferente: me llevo a mi amigo Víctor.

Es uno de mis mejores amigos y le he hablado mucho de toda la cuadrilla del pueblo. De cómo es cada cual, de las salidas en bici que hacemos, de los chapuzones y risas en el río gélido que pasa muy cerca, de la chica con la que siempre he soñado… Quiero que conozca esos rincones que yo conozco desde pequeño, donde teníamos aventuras, donde nos juntábamos a contar chistes, donde nos escondíamos, donde nos dimos el primer beso…

La cuadrilla del pueblo es muy especial. Sus padres y madres y los míos tienen una buena amistad desde que éramos pequeños. Por eso somos cuadrilla, porque nos sacaban a pasear de pequeños a todos y todas en grupo (como no se cansan de repetir «los viejos»).

Pero eso no es lo especial, sino que cada cual somos de una madre y un padre diferentes, vivimos en distintas partes de la península, alguien nació fuera de ella y por eso también somos de todos los colores, y nos llevamos de maravilla. Estoy seguro de que si viviéramos en la misma ciudad, las cosas no serían iguales, pero cuando llegamos allí, es como si cada cual pudiera ser él mismo, ella misma, como que no necesitas mantener la máscara de todos los días. Lo que tenemos es amistad de la de verdad y me gustaría que Víctor viera y compartiera eso conmigo.

Lo malo va a ser que va a tener que compartir también a mi padre, mi madre, mi hermana, mis tíos, mi abuelo y a mi abuela, los follones de la comida y el cuarto de  baño único pero amplio. ¡Compartir mis amigos con él bien se merece un poquito de incomodidad!»